viernes, 13 de marzo de 2015

Día Mundial del Riñón: "Salud renal para todos"

ALGUNOS DATOS SOBRE LOS RIÑONES



Los riñones son órganos complejos y sorprendentes que hacen muchas tareas esenciales para mantenernos sanos. El principal trabajo de los riñones es eliminar las toxinas y el exceso de agua de la sangre. Los riñones también ayudan a controlar la presión arterial, a producir glóbulos rojos y a mantener los huesos sanos. Cada riñón tiene aproximadamente el tamaño de un puño. Los riñones están situados profundamente en el abdomen, debajo de la caja torácica. Controlan los niveles en sangre de muchos minerales y moléculas que incluyen sodio y potasio, y ayudan a controlar la acidez de la sangre. 

Aproximadamente, una de cada diez personas tiene algún grado de enfermedad renal crónica, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A nivel mundial, la importancia de las enfermedades renales suele pasarse por alto. Además, el diagnóstico a menudo se produce en una fase tardía, principalmente porque generalmente la degradación de la función renal es progresiva y silenciosa. Existen muy pocos tratamientos disponibles y las soluciones suelen ser la diálisis y el trasplante. Todo esto hace que la prevención sea aún más importante. Adoptar un estilo de vida sano continúa siendo la forma más eficaz de evitar que se produzca una enfermedad renal a largo plazo.

¿Qué puede hacer por sus riñones?
Las enfermedades renales se suelen denominar “asesinos silenciosos” e influyen considerablemente en nuestra calidad de vida. No obstante, existen algunas formas muy sencillas de reducir el riesgo de desarrollar enfermedades renales.
  1. Mantenerse en forma y activo:                                                                    Mantenerse en forma ayuda a reducir la presión arterial y, por tanto, reduce el riesgo de enfermedad renal crónica.   

     
  2. Controlar regularmente el nivel de azúcar en sangre:                   Aproximadamente la mitad de las personas que tienen diabetes desarrollan daño renal, por lo que es importante para las personas con diabetes realizarse pruebas regulares para controlar sus funciones renales.
  3. Vigilar la presión sanguínea
Aunque muchas personas pueden ser conscientes de que la presión arterial alta puede causar un derrame cerebral o ataque cardíaco, pocos saben que también es la causa más común de daño renal. El nivel de presión arterial normal es 120/80. La presión arterial alta es especialmente probable que cause daño renal cuando se asocia con otros factores como la diabetes, el colesterol alto y las enfermedades cardiovasculares.


  1. Comer sano y controlar el peso
Esto puede ayudar a prevenir la diabetes, enfermedades cardíacas y otras condiciones asociadas con la enfermedad renal crónica. Reducir el consumo de sal. El consumo de sodio recomendada es de 6.5 gramos de sal por día (alrededor de una cucharadita).

  1. Mantener una ingesta de líquidos sana                                                     El consumo moderado de agua, alrededor de 2 litros al día, puede reducir el riesgo de deterioro de la función renal. Es importante tener en cuenta que el nivel adecuado de la ingesta de líquidos para cualquier individuo depende de muchos factores como el género, el ejercicio, el clima, las condiciones de salud, embarazo y lactancia.
  2. No fumar: El tabaco es un factor de riesgo cardiovascular y el riñón es un órgano cardiovascular, por lo que se ve también afectado. Fumar también aumenta el riesgo de cáncer renal en un 50 por ciento.
  3. No tomar medicamentos sin receta médica:  regularmente hay algunos medicamentos, como los anti-inflamatorios no esteroideos que pueden causar daño renal si se toman de forma habitual, especialmente si hay una enfermedad renal de base. Si el riñón está sano y se toman en algún episodio agudo, no supone un riesgo importante.
  4. Comprobar la función renal si se presentan uno o más factores de “alto riesgo”

Se debe recalcar que consumir mucho líquido ayuda a los riñones  a eliminar sodio, urea y toxinas, lo que implica un “menor riesgo significativo” de desarrollar enfermedades renales crónicas. Los estudios existentes no defienden una “carga agresiva de líquidos” dado que podría causar efectos secundarios, sino que aportan evidencia de que una ingesta de agua moderadamente mayor, de unos dos litros diarios, podría reducir el riesgo de disminución de la función renal. Es importante recordar que el nivel adecuado de ingesta de líquidos de una persona depende de numerosos factores (sexo, ejercicio, clima, condiciones sanitarias, embarazo y lactancia, etc.). Asimismo, se recomienda que aquellas personas que hayan tenido cálculos renales beban de dos a tres litros de agua diariamente para reducir el riesgo de que se forme un nuevo cálculo.

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